A punto de terminar el curso muchos padres se preguntan cómo es posible que su hijo o hija, antaño inteligente y con buen rendimiento, tenga ahora tantas dificultades y tan poco interés por aprobar en la escuela. La tensión en casa es posible que esté aumentando, pero no importa cuánto le presiones, nada parece hacer reaccionar a tu hijo o hija. Identificado o no, son muchos los niños que sus padres describen como inteligentes, que, sin embargo, en la escuela pasan por vagos y malos estudiantes.
Observas como tu brillante y curioso hijo, apasionadamente comprometido con tantos intereses, se paraliza cuando tiene que realizar algún proyecto o tarea de la escuela. Tratas de engatusarle, le sobornas, amenazas, castigas, pero nada funciona.
Muchos alumnos suspenden alguna vez, pero algunos parecen desarrollar un patrón crónico que incluye evasivas, desorganización, y esfuerzos de última hora cuando el plazo del examen o para presentar la tarea están encima. Antes de que regañes a tu hijo una vez mas, salgas corriendo a comprar otro libro de autoayuda, o empieces a golpearte la cabeza contra la pared, quizá podemos actuar sobre las razones de esta continua dilación y desidia.
Por lo general, hay uno o más factores que contribuyen a esta actitud :
Distractabilidad
Algunos alumnos con alta capacidad están tan inmersos en sus intereses que tienen dificultad para concentrarse en las tareas que les encomiendan en la escuela. Se distraen fácilmente con ideas o proyectos que para ellos resultan mucho más atractivos. La sobre-programación puede exacerbar este problema. Libérale de actividades adicionales, extra-escolares, competiciones y otras distracciones que le alejarán de sus estudios.
Sin embargo, este comportamiento distraído puede surgir aún cuando no existan todas estas actividades, cuando el niño/a descubre sus verdaderos intereses y éstos no encuentran desarrollo dentro del aula. De allí la importancia de que el aprendizaje y el curriculum académico conecte con los intereses de los alumnos para motivarles y «engancharles».
Apatía
A veces, los alumnos dotados llevan tanto tiempo aburridos y su experiencia en la escuela ha sido tan poco retadora, que pierden el interés y realmente no se preocupan por la calidad de su trabajo. Retrasan la finalización de las tareas porque el trabajo para ellos no tiene sentido. Prefieren participar en una multitud de otras actividades que «desperdiciar» su tiempo en fichas repetitivas o ejercicios poco desafiantes que resulan o parecen demasiado fáciles.
Éxito pasado
Para muchos alumnos con alta capacidad sacar buenas notas sin mucho esfuerzo ha sido la tónica general en todos sus años de escolaridad. Si la exigencia no ha estado a su nivel, si su rendimiento se ha evaluado sólo en relación a la media esperada, la lección que ellos han aprendido es que haciendo el trabajo en el último momento y sin dedicar demasiado esfuerzo, pueden aprobar.
Para muchos su experiencia académica les ha enseñado que terminar las tareas en el último minuto no disminuye la calidad de su trabajo ni afecta al resultado final. Saben que pueden hacerlo mejor, pero también saben que nadie les va a exigir o valorar un mayor esfuerzo. Y con un historial de excelentes calificaciones detrás de ellos, se dan cuenta de que no tienen que trabajar muy duro para pasar. La respuesta entonces es exigir al nivel de cada alumno y estimularles para que den lo mejor de sí mismos, no para que alcancen un nivel medio que puede estar por debajo de su capacidad, como hizo este fantástico maestro de infantil :
Rebelión
Esta actitud pasiva y dejarlo todo para el último momento puede también ser una expresión de resistencia o silenciosa rebelión contra la obligación de tener que realizar continuamente tareas que no suponen para ellos un reto, no les estimula, no les interesa. Es una forma de devaluar el proyecto, minimizando su importancia, y expresando ira por tener que trabajar en algo poco atractivo. Incluso si el proyecto es finalmente completado, retrasarlo hasta el último minuto es una forma de protesta silenciosa con la que el niño se siente empoderado.
Elevadas Expectativas
Las altas expectativas de éxito que suelen verterse sobre estos alumnos, tanto en la familia como en la escuela, pueden crear ansiedad y un deseo de retrasar aquello que le genera esta ansiedad. Cuando los alumnos dotados no creen que puedan sobresalir en una tarea determinada, no están seguros de su propia capacidad o se les esta exigiendo un nivel de excelencia en áreas que no corresponden a sus capacidades particulares, retrasan esta ejecución hasta el último minuto posible, lo que a su vez aumenta la ansiedad y reduce las probabilidades de éxito.
Reducir esta responsabilidad, trabajar juntos y hacerle ver, con nuestro lenguaje verbal y corporal, que no les estamos valorando por sus resultados, o que no están obligados a ser excelentes en ningún sentido, que tienen derecho a equivocarse y que están en la escuela para aprender, caerse, errar, y fallar, igual que los demás niños, puede hacer cambiar su actitud hacia los trabajos : Cuando dejé de ser super y volví a ser un niño como los demás
Inseguridad
A pesar de sus habilidades aparentes, algunos alumnos dotados dudan de sus habilidades. Pueden sentirse «impostores», sentir que no son merecedores de la etiqueta de alta capacidad, porque no destacan en las áreas que la escuela apunta como más destacables o así lo perciben ellos. Están constantemente preocupados de que sus insuficiencias sean «descubiertas» en cualquier momento. Creen que tienen una imagen que defender y si fracasan de alguna manera, creen que serán señalados como un fraude. Retrasar la finalización de un proyecto es un medio para evitar la ansiedad inevitable que surge cuando se enfrentan a este miedo.
Ocultar el Potencial
Junto con la inseguridad, algunos alumnos con alta capacidad experimentan sentimientos de vergüenza si no logran sobresalir. Sobre todo cuando sus destrezas no correlacionan con las valoradas en el aula, es decir, cuando estamos ante modelos de enseñanza tradicionales. Ellos reaccionan como si esto fuera una acusación contra su inteligencia y sospechan que otros los considerarán inadecuados. Como resultado, la dilación puede ser una excusa; Si un grado menos que perfecto se atribuye a un esfuerzo apresurado, de última hora, entonces el niño puede excusarse a sí mismo argumentando que fue la falta de tiempo y no su capacidad la verdadera culpable.
Procrastinación
Ocasionalmente, la dilación puede ser un síntoma de depresión. Sin embargo, por lo general coincide con otros signos, como la retirada y el aislamiento de los compañeros, tristeza aparente, cambios en los patrones de alimentación y sueño, y la irritabilidad. En estas situaciones, la dilación de los trabajos puede ser un reflejo de sentimientos de desesperanza y una percepción de que el trabajo escolar carece de significado.
Clasificar la causa de la dilación de su hijo es el primer paso hacia el trabajo en el problema. Las medidas a tomar dependerá de las causas que estén provocando esta falta de implicación. Claramente, un alumnos cuya dilación es el resultado del perfeccionismo y la vergüenza necesitará un acercamiento diferente que uno cuya preocupación primaria es la apatía o la falta de reto de los trabajos a realizar.
Recopile información, hable con su hijo, escuche lo que piensa. Tomar una decisión sobre si el problema es conductual (hábitos, distracción, gestión del tiempo), basado en la escuela (aburrimiento, reto, apatía) y / o el resultado de la ansiedad o la depresión. Determine si la intervención debe ocurrir en el hogar, en la escuela o en ambos.
En muchas ocaciones hemos insistido en la necesidad de que los alumnos con alta capacidad reciban, desde sus primeros años de escolarización, una educación a la altura de su capacidad, que suponga un reto, un esfuerzo y les obligue a tener que superarse constantemente : lo que los niños de alta capacidad no aprenden
Pero en pocas ocasiones esto no sucede. Muchos no son identificados y los que si lo son suelen recibir por respuesta una mayor cantidad del trabajo con el mismo nivel de dificultad y complejidad, sin entender que su mayor desarrollo cognitivo les lleva precisamente a necesitar un mayor reto intelectual, un aprendizaje más complejo y profundo : Convertir mi Escuela en un Centro para el Desarrollo del Talento (4/4)
Al mismo tiempo el sistema les exige, como muestra de su capacidad, un rendimiento excelente, constante y global, que no corresponde ni con su potencial, ni mucho menos con las medidas que la escuela toma para llevar ese potencial al nivel de excelencia exigido : Convertir mi escuela en un centro para el desarrollo del talento (1/4)
Cuando no además un nivel de creatividad que antes se ha preocupado de apagar: Capacidad, Creatividad, Compromiso. ¿Qué estamos midiendo?
Suponer que los alumnos son vagos sin ahondar en las causas de su falta de interés o rendimiento son muestra de lo mucho que nos falta aún para ser una escuela inclusiva, pues, lejos de adaptar nuestros métodos y niveles de exigencia y reto a las capacidades, intereses, y habilidades de cada alumno, entender su estilo de aprendizaje y procurar que la escuela sea una experiencia enriquecedora para todos ellos, nuestras aulas sólo se enfocan en trabajar porque todos los alumnos converjan hacia un modelo de alumno adaptado, aplicado y organizado, aplicando la misma fórmula y el mismo nivel de reto para todos por igual, aspecto sobre el que reflexionemos en estas dos entradas :
Puedes leer más en: Padres y Altas Capacidades, ¿Cuáles son los Retos?
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