«Aprender es mostrar una comprensión genuina de un tema, ser capaces de pensar sobre y con ese tema, -más allá de recitarlo, nombrarlo o citarlo-; ser capaz de aplicarlo en diferentes contextos, incluso fuera de su campo de aplicación obvio o tradicional, ser consciente de ese aprendizaje y ser capaz de reconocerlo en otros contextos. Debe generarnos cierta energía y entusiasmo, involucrar a los estudiantes en una mayor búsqueda y profundización en el tema. con la sensación de seguridad que nos da una «lección bien aprendida», en lugar de una sensación de cierto desconcierto, inseguridad y duda. Entonces podemos decir que hemos aprendido algo que nos será realmente útil a lo largo de nuestra vida»

Traducido del original «Future Wise», David Perkins, p.238

Cuando uno se enfrenta a la labor de educar, lo primero debería ser reflexionar sobre cuál es el rol que quiere ejercer. Podemos tomarnos este trabajo desde el afán por transmitir las definiciones, fórmulas y planteamientos que el libro de texto nos va marcando y evaluar en qué medida cada alumno es capaz de recordar aquello que ha escuchado en clase, y trabajado mediante ejercicios más o menos mecánicos en casa. Podemos asumir que nuestro trabajo consiste en certificar que nuestros alumnos cumplen con los requisitos del sistema, avanzan o progresan adecuadamente por el sendero marcado.

Pero también podemos cuestionarnos el valor de todo esto. Para ellos, como jóvenes que están construyendo su personalidad, su autoconcepto y su futuro. Para nosotros, que hemos elegido una profesión sin duda vital, pero sólo si optamos por darle verdadero significado. Y para la sociedad en su conjunto, porque una educación de calidad, fortalece el potencial de generaciones completas que están llamadas a cambiar, o no, su entorno.

Contenido y significado no están reñidos, no son opuestos, no tenemos que elegir. Pero si tenemos la oportunidad de combinarlos. Los alumnos, ninguno de ellos, no nos necesitan para que leamos, contemos, expongamos lo que ellos podrían leer por sí mismos. Tampoco nos necesitan para que fotocopiemos ejercicios y problemas que sacamos de aquí y allá. Ni siquiera para que diseñemos increíbles gamificaciones para que su rol siga siendo elegir la palabra para completar la frase.

Nos necesitan para guiar su desarrollo, construir una autoestima académica positiva, crecer como pensadores críticos y análiticos, ganar en autonomía y adquirir las herramientas necesarias para liderar su propio aprendizaje. Elegir su camino, no porque es la única opción a la que puede acceder, sino porque realmente es el que desea seguir.

Cuando el aprendizaje pasa de ser una dinámica de memoria, práctica y repetición a ser una acción de pensamiento, análisis, debate y deducción, todo cambia, para el alumno y para el docente. No es un camino fácil. Necesitamos entender de qué hablamos cuando hablamos de «pensar»

Algunos recursos para empezar a pensar, en provocar el pensamiento:

Project Zero Harvard, herramientas para la educación actual

48 preguntas para fomentar pensamiento crítico