Otro tópico a desterrar es el de presentar este colectivo como un grupo de niños especialmente proclive a sufrir algún tipo de neurosis, depresión, infelicidad o enfermedad…. También en este caso damos la respuesta desde la investigación científica:
¿Neuróticos y Depresivos?
No existe ningún estudio científico relevante que correlacione tener una alta capacidad con ser más propenso a determinadas patologías o enfermedades físicas o psíquicas. Por el contrario, sí existen estudios fiables realizados sobre muestras de población suficientemente amplias y diversas que demuestran que como grupo presentan una mayor resiliencia. Sorprende pués que se asuma que los niños de alta capacidad puedan ser niños con una psiquis más frágil que el resto.
Linda Silverman señala en su libro “101 Giftedness”, cómo a principios del siglo XX se publicaron algunos estudios que relacionaban genialidad con locura o algún tipo de insalubridad mental (Lombrose en Italia, Nisbet en Inglaterra y Babcock en los Estados Unidos). A raiz de estos estudios, se llegó incluso a determinar que un desarrollo superior de las habilidades cognitivas era debido a un desarrollo aberrante del cerebro, lo que, en compensación, suponía una serie de desequilibrios, y una personalidad excéntrica, neurótica, solitaria, rayando la locura, depresiva, asocial y una larga serie de trastornos del humor, desarrollada en un físico débil, endeble y enfermizo.
Pero analizando todos estos trabajos se observa con facilidad por qué se llegaron a estas conclusiones:
1.- Todos los estudios provenían de psicólogos clínicos que trabajaban con individuos enfermos. Su muestra estaba sesgada. El 100% de individuos de inteligencia superior que componían su estudio eran individuos con algún problema psicológico.
2.- Las neurosis o desajustes emocionales y psíquicos surgen por el desarrollo de sentimientos de rechazo, de no encajar, de no ser comprendido o aceptado. Si hoy en día, en pleno siglo XXI todavía tenemos que luchar para que la escuela atienda las necesidades educativas de aquellos niños que presentan un ritmo y un estilo de aprendizaje diferente, es fácil imaginar cuánto más problemática y difícil sería la vida escolar (y familiar) de los niños con alta capacidad hace un siglo.
Así, estos estudios carecen de fiabilidad estadística por un lado, y quedan obsoletos por los cambios sociales y de estructuras sociales, experimentados en estos últimos 100 años, por el otro.
En 1947 Terman (Terman & Oden), realizó un estudio con 1.528 niños con altas habilidades cognitivas. Como grupo, arrojaron datos superiores que la muestra de niños tipo, en todos los aspectos estudiados : altura, peso, desarrollo físico avanzado y precoz, salud, equilibrio psíquico, estabilidad emocional, ajuste social, valores morales, y éxito académico. Sin embargo, también es cierto que la varianza dentro del grupo era más alta. (La diversidad dentro del grupo de niños con alta capacidad es tanto o más amplia que la observada en cualquier otro grupo más amplio. Por eso cualquier generalización respecto de este colectivo, resulta compleja y requiere de muchos matices).
Un estudio posterior indicó que, como grupo, estos individuos, en su edad adulta, eran menos vulnerables a sufrir desórdenes mentales, tendencia al suicidio, divorcio y deterioro mental que el resto de la población (Terman & Oden 1947-1959).
Más recientemente, Martins, Burns y Schonlau (2010) realizaron un meta-análisis en el que no encontraron diferencias en ratios de depresión, ansiedad o tendencias de suicidio entre grupos de niños de alta capacidad y el resto del alumnado.
Estos estudios más recientes y estadísticamente más fiables, han demostrado que, por el hecho de tener alta capacidad intelectual, estos niños no tienen una psíquis o físico frágil, o son más propensos a la infelicidad o a padecer más enfermedades que el resto. Difundir este tipo de mensajes no hace más que ayudar a que nuestros hijos sean considerados “niños raros y enfermizos”.
Desarrollo del Potencial para un crecimiento sano
Todos aceptamos que las personas tenemos necesidades y que su insatisfacción nos acarrea problemas de salud física (hambre, sed, funcionamiento del organismo) o psíquicas (falta de aceptación, de amor, de autoestima).
Los psicólogos admiten que existe también una necesidad o tendencia hacia el desarrollo o la autoperfección. Es decir, sentimos la necesidad de desarrollar nuestro potencial como parte de la construcción de nuestro yo interior. El desarrollo pleno de nuestro potencial, es el ingrediente básico de nuestra felicidad y salud.
Los alumnos con alta capacidad sienten esta necesidad de forma precoz y en mayor medida e intensidad que el resto de sus compañeros. Los contenidos rígidos de la escuela actual, no satisfacen esta necesidad. Necesitan más. Tienen «hambre» y no es alimentado. Esta carencia le genera malestar. Se rebela para colmarla, o, por el contrario, la reprime.
Si con 4 años lee, suma, resta, «multiplica» y «reparte», a los 6 lo único que habrá aprendido habrá sido a hacerse el «tonto» (disimular su capacidad), hacer el «payaso» (comportamiento disruptivo) o hacer el vago (falta de esfuerzo personal). A los 12 llevará tanto tiempo reprimiendo su necesidad de desarrollo, que habrá olvidado que un día, ansió aprender y desarrollarse.
Cuando el entorno educativo, social, incluso familiar (si el niño no esta identificado, o no son atendidas sus necesidades emocionales y de desarrollo), no trabaja por entender su singularidad y potenciar sus habilidades, los niños (con independencia de su CI) sufren de baja autoestima, ansiedad o estrés. La ansiedad y el estrés suelen ser origen de bajada de defensas, lo que puede manifestarse de distintas formas, como bronquitis, alergias, infecciones, problemas cutáneos, etc..
Es urgente que reconozcamos cada uno de nosotros, que cada vez que nos alejamos de nuestra naturaleza específica, cada atentado contra nuestra propia naturaleza individual, se graban en nuestro inconsciente y hacen que nos despreciemos a nosotros mismos. Del modo contrario, cada vez que actuamos siendo fieles a nosotros mismos trabajamos a favor de nuestra propia autoestima.
Abraham Maslow. (Hacía una psicología del Ser. El Hombre Autorrealizado)
Así, insistimos, las altas capacidades no tienen correlación con las enfermedades, sino que son las vivencias de no encajar con el grupo, no ser comprendido, y de no atender al desarrollo del propio potencial, las que provocan ese malestar interior.
Y eso nos hace volver a focalizarnos en el punto de partida: una atención educativa y emocional, que dé respuesta eficaz a sus necesidades, elimina estas situaciones negativas y por tanto, la posible psicosomatización de estas emociones.
Ampliamos información sobre estos aspectos psicológicos en:
https://aacclarebeliondeltalento.com/2016/01/10/vivir-en-un-extremo/
https://aacclarebeliondeltalento.com/2016/01/16/lo-importante-es-que-el-nino-sea-feliz/
¿Existen grados de inteligencia o alta capacidad?
¿Presentan distintas necesidades educativas?
Existen, como también existen distintos perfiles o áreas de desarrollo. Lo que no existe en una jerarquía que signifique “mejor” o “más” como sinónimo de mayor probabilidad de éxito o aprovechamiento de un aprendizaje. En términos de edad mental, cuanto mayor es la diferencia entre la edad mental de un niño y su edad cronológica, mayor es la urgencia con que requiere medidas educativas por cuanto más difícil le es adaptarse a la norma.
También, este niño o niña tendrá más dificultades para relacionarse con compañeros de su edad, pues sus intereses, estilos de juego, madurez en sus relaciones y enfoque del concepto de «amistad», serán muy diferentes. Su agrupamiento con pares intelectuales será más necesario para un desarrollo social y personal adecuados.
Las medidas educativas deben siempre ser las oportunas para cada alumno. No existe ninguna contradicción entre reclamar medidas educativas para todo el alumnado de alta capacidad (10-15%) y al mismo tiempo entender que estas medidas no deben ser iguales para todos.
No hay una única receta. El maestro debe acercarse al alumno, escucharle, entender sus perfiles, habilidades e intereses y permitir que éstas se expresen en la forma y ritmo que el niño demande. Además, debe evitar su aislamiento del resto del grupo pues ésto generará rechazo por estas medidas.
Ésto sólo es posible en un modelo de escuela centrado en el alumno, donde éste gestiona su aprendizaje y avanza en función de sus intereses y ritmo. Este modelo es válido y aporta valor a todo el alumnado, al tiempo que le permite adquirir las competencias necesarias para desenvolverse en el complejo entorno del siglo XXI.
Por eso, la atención educativa para los alumnos con alta capacidad, se engloba dentro de un modelo de escuela innovadora, con metologías de enriquecimiento individualizadas y válidas para todo el alumnado (Renzulli, Tourón).
¿La alta capacidad es sólo un tema educativo o de aprendizaje?
La dimensión cognitiva de las altas capacidades es, de alguna forma, la más explícita. Pero una mayor capacidad para conectar ideas y conceptos y una mayor percepción del entorno interactúan con las emociones y generan una serie de sensibilidades que hay que tener también en cuenta : perfeccionismo, auto-exigencia, sensación de soledad, híper-excitabilidad, sentido de la justicia, etc.. Cualidades que deben ser conocidas y entendidas, para gestionarlas a favor de la persona y no en su contra.
Sin embargo, ser hipersensible, perfeccionista, introvertido y tener altos conceptos morales, no siempre son sinónimos de alta capacidad. Lo que sucede es que con elevada frecuencia, las personas con alta capacidad, presentan también estas características (Silverman, p. 153).
Cada una de estas cualidades son rasgos en general incomprendidos por la sociedad. Cuando dos o más de estos rasgos se concentran en un solo individuo, más aspectos de su personalidad son incomprendidos, lo que requiere un mayor trabajo por padres y educadores por acercarse a las peculiaridades del menor. Pero recordemos, no todas las personas hipersensibles, perfeccionistas e introvertidas son de alta capacidad, ni todos los niños de alta capacidad son hipersensibles, perfeccionistas e introvertidos. (Dabrowski, 1972; Silverman 2008).
Para ampliar información sobre Alta Sensibilidad:
Soy «superdotado», ¿Soy especial?
La alta capacidad en todos sus perfiles, es el “potencial de”, lo mismo que una semilla tiene el potencial de convertirse en un fruto. Pero si esta semilla no se riega adecuadamente, nunca dará fruto. Y parte de ese “riego” depende de uno mismo. De la personalidad, empuje, esfuerzo, trabajo, objetivos e intereses. Igual que el trigo se doblega al aire para no ser roto, las personas, con independencia de su CI, de su potencial o su perfil, deben trabajar su resiliencia y persistencia para adaptarse –que no quiere decir someterse- a su entorno, sea éste la escuela, el trabajo, la familia o los amigos.
«El talento es el potencial cristalizado a base de trabajo, esfuerzo y dedicación»
François Gagné
El éxito y fracaso en las personas sanas, se mide de forma intra-personal y no extra-personal (Maslow, 1972). Ser capaz de desarrollar el propio potencial –sea éste el que sea-, haber buscado por uno mismo oportunidades de desarrollo y haberlas aprovechado, es la base de la auto-estima y la auto-realización, que son los rasgos de las personas sanas mentalmente, que viven y disfrutan de la vida con plenitud y felicidad (“El hombre auto realizado”, Maslow, 1972)
Comparar el futuro de nuestro éxito en relación a la de grandes genios de la humanidad, cargar sobre nuestras espaldas o la de nuestros hijos la obligación, deseo o promesa de convertirse en “genios”, “salvar la humanidad”, “revolucionar la medicina o la ciencia, la empresa o la sociedad” es abonar el campo para crecer con una sensación de fracaso.
Por eso es tan “peligrosa” semánticamente la palabra “superdotado”, porque connota un estado “superior” donde uno se coloca y espera, en consecuencia, que las oportunidades le lluevan del cielo, que la sociedad «reconozca su infinita superioridad» y le coloque en los puestos más altos del éxito y la fama. En demasiados casos, cuando la realidad se hace presente, comienzan esas “depresiones” o actitudes freudianas de “la vida es una porquería, nadie me comprende”.
Lanzar mensajes que de alguna forma sugieran, mencionen, comenten, que la administración o la sociedad debe invertir en los niños de alta capacidad con la promesa de que el día de mañana esta inversión revertirá en la sociedad de una forma notable, es trabajar en pro de identificar la alta capacidad con el rendimiento:
“Los modelos y teorías fijadas para potenciar la excelencia, tienen en cuenta a los niños de alta capacidad tanto como un granjero a sus vacas y cerdos, con un ojo puesto en su productividad. No describen como funciona esta capacidad, cómo piensan, sienten y experimentan los niños de alta capacidad sino que tratan de definirlos en función de su rendimiento”.
Grant & Piechowski, 1999. P.8
Produce un sentido de “elitismo” que lejos de trabajar por el objetivo de que nuestros hijos sean aceptados con naturalidad en su entorno educativo y social, les aísla aún más y puede provocar sentimientos de fracaso y frustración si su vida adulta de desarrolla por caminos diferentes a los esperados. Una madre que decide cuidar de sus hijos, un joven que se dedica al servicio social, un músico obsesionado con su arte, el maestro que se entrega a los niños de su pequeño pueblo o un pastelero que decide montar su propio negocio local. Todos pueden ser ejemplo de una plena auto-realizacion porque se dedican a aquello que les colma y lo hacen de forma entregada y con habilidad. Tal vez ninguno pasará a formar parte de historia. Pero cada uno de ellos, aporta mejoras y se realiza en su pequeño ámbito de actuación.
Como padres hemos pasado por todo esto, hemos recibido una educación que lejos de potenciar nuestras habilidades, las han coartado. Nos han criticado por ser el que siempre contesta, el «sabelotodo«, el que siempre se sabe la lección, el que saca buenas notas o el que aprueba sin estudiar, y en ocasiones, nuestro rendimiento académico no ha estado a la altura de nuestro potencial.
Pero todos debemos concienciarnos de la importancia de dejar de difundir los mitos que a muchos de nosotros nos convirtieron en “frikis, raritos y fracasados”, y reclamar una educación que potencie el talento y una sociedad que valore la diferencia. Ése, y no otro, es nuestro principal derecho, el de sentirnos “uno más”. Ésa, y no otra, es la base del equilibrio emocional y personal que permite al individuo auto realizarse y ser feliz. (Maslow, El hombre auto realizado, 1972).
Todos debemos buscar el rigor, la prudencia y la cautela en nuestros mensajes, si queremos que todo cambie para las generaciones que viene. Para los niños.
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