«La verdadera ignorancia no es la ausencia de conocimiento, sino el hecho de negarse a adquirirlos»
Karl Popper
Nos Queda Mucho Trabajo por Delante
El pasado lunes, 5 de septiembre, un conocido locutor de radio español comentó en una de las secciones de su programa el caso de un pequeño niño prodigio, Evan Le, que con tan solo 5 años toca, valga la redundancia, prodigiosamente el piano. Con la excusa del pequeño artista, en el programa han formulado la siguiente pregunta: “¿Conoces algún niño prodigio que después no era tan… prodigio?”.
El fondo de la cuestión se centraba en los padres que juzgan a sus hijos como auténticos genios, y los tratan como tales ante el resto de la sociedad. Se perciben a estos padres como ridículos y sujetos a burla y escarnio social… En clave de humor, se burlaban de los clásicos casos de un niño repelente y que “recibía muchas collejas”, pero que a la hora de la verdad son tan “normales” como cualquier otro. Reconozco que he evitado escucharlo completo, porque este tipo de humor no es mi tipo. Al menos han tenido el detalle de utilizar la nomenclatura correcta al hablar de “prodigios”, la pena es que luego han mezclado lo que significa ser un prodigio, un niño de alta capacidad o un talento, una pena porque era una buena oportunidad de no mezclar conceptos y confundir, aún más, a los oyentes.
En cualquier caso, esto nos sirve de ejemplo para recordar que nos queda muchísimo camino por hacer, y que, a pesar de que sí se percibe en España mayor interés y ganas de aprender sobre el tema, las altas capacidades intelectuales siguen siendo un territorio lleno de prejuicios, mitología y falsas expectativas. Tristemente, esto supone un perjuicio y denosta a quien es diferente.
Nos gustaría recordar cómo en la gran mayoría de casos, como hemos nombrado tantas veces en nuestro blog y el Profesor Touron arroja en sus estudios, los padres resultan ser las primeras personas (no podía ser de otra manera) que observan en sus hijos intereses, respuestas y planteamientos intelectuales, entre otros muchos indicadores, que no son propios de su edad.
Los padres habitualmente respondemos nerviosos, tensos y preocupados cuando recibimos la confirmación de que nuestros hijos son niños de alta capacidad. Y, precisamente, no es algo que vayamos proclamando a los cuatro vientos ni, mucho menos, alardeando de ello como si esta característica de nuestro hijo le fuera a encumbrar al estrellato. Más bien al revés, la mayoría lo esconden o lo comunican solamente a la familia más directa… pero aún no conocemos ningún caso de padres pavoneándose de las altas capacidades de sus hijos. Más bien la experiencia resulta ser la contraria, y observamos cómo padres de otros niños con otro tipo de habilidades no paran de presumir de las hazañas de sus hijos. (Algo que es lícito pero no parece serlo cuando estas habilidades son de tipo intelectual).
Otro tema que es conveniente recordar, es la insufrible asimilación de que un “prodigio” o un niño/a de alta capacidad es un “pringao” (siendo directa). Resulta cansino y aburrido escuchar esta frase tan estereotipada y alejada de la realidad. En este sentido, hemos hecho muchos esfuerzos por trasladar a la sociedad que nuestros hijos son niños normales, pero que no son “típicos”. Y son niños alegres, divertidos, juguetones, con pasión por indagar y una gran sed de conocer. A algunos les apasionará el ajedrez, pero a otros les apasionará el fútbol o el esquí. Cada niño es único.
Aquí nos gustaría recordar los post que publicamos donde desmenuzamos los mitos y leyendas que circulan sobre nuestros hijos:
La insoportable Levedad de Mitos y Leyendas (1/2)
La Insoportable Levedad de Mitos y Leyendas (2/2)
Curiosamente, la gran mayoría de estos mitos son alimentados por la prensa y por las erróneas creencias que están impregnadas en la sociedad. Habitualmente se buscan mensajes impactantes y sensacionalistas que engrandecen al protagonista del relato (muchos son niños prodigio especialmente en música) y obvian todo lo que que hay detrás y la gran diversidad que existe en este colectivo.
En conclusión, acabamos de empezar el curso escolar, o casi, y sentimos que un proyecto como este es necesario, para comunicar a la sociedad que los niños de altas capacidades existen, no son unicornios, ni son productos de fantasías de padres frustrados y ridículos.
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