«Pintar» las Emociones no es Suficiente
Las emociones bloquean o potencian nuestro aprendizaje, desatan nuestra curiosidad, afectan a nuestras relaciones sociales. Detrás de muchos problemas de bajo rendimiento, mal comportamiento, bulliyng, o inadaptación se esconden emociones contenidas mal gestionadas. Miedo al fracaso o al rechazo social, ansiedad por los exámenes, o baja sintonía con el resto de compañeros o el maestro, afectan de forma negativa al rendimiento de muchos alumnos. Son los llamados «bloqueos emocionales«.
Por el contrario, las emociones positivas, como la curiosidad, la integración, sentirse valorado y aceptado, la sensación de logro, trabajan a favor potenciando el desarrollo de nuestra capacidad, llevando nuestro rendimiento más lejos.
Los alumnos con alta capacidad, además, por su intensidad emocional a veces tienen dificultades para gestionar o «dominar» estas emociones. Aquellos que comparten una elevada capacidad de percepción del lenguaje no verbal suelen tener reacciones que los demás no entienden, pues perciben intenciones que otros no ven. Otros sufren estrés por las expectativas que se vierten sobre ellos o, al contrario, baja autoestima por el no reconocimiento de sus capacidades. El aburrimiento por verse sometidos a aprender conceptos que ya tienen adquiridos, también genera una serie de emociones bloqueantes que afectan a su motivación y atención. Para ellos también es importante trabajar su inteligencia emocional y aprender a controlar este estallido del que hacen gala, o los bloqueos que no les permiten brillar a la altura de su potencial.
Por muchos años razón y emoción han caminado como si se tratase de dos realidades aisladas, que nada tuvieran que ver entre si. Sin embargo, hoy sabemos que emoción y pensamiento están estrechamente relacionados, tanto, que la emoción se apoya en nuestras creencias y conocimientos y nuestro pensamiento y acciones se ven afectadas por nuestras emociones.
El artículo de hoy nos lleva por la senda de las últimas investigaciones en el campo de la psicología, la filosofía y la neurociencia y nos enseña cómo tomar conciencia de nuestras emociones, su origen y consecuencias, a través de un modelo de reflexión sobre las mismas. El modelo que nos presenta va más allá del trabajo habitual de identificación de las emociones y la reflexión sobre las posibles opciones que podemos tomar antes ellas. Nos lleva a identificar su origen y analizar su justificación, ayudándole así a reaccionar de forma positiva ante ellas.
Es un modelo desarrollado para la escuela. Pero los padres podemos aprender en él cómo trabajar la inteligencia emocional de nuestros hijos en casa, para que aprendan a dominar sus miedos y ansiedad, desvaneciendo los «fantasmas» que las originan.
«Aprendí que el coraje no es la ausencia de miedo, sino el triundfo sobre él. El hombre valiente no es aquel que no siente miedo, sino el que conquista ese miedo»
Nelson Mandela
Autor : Robert J Swartz
Robert Swartz es Profesor emérito en la Universidad de Massachussets, Ph. D por la Universidad de Harvard, con formación de Posgrado en Cambridge y Oxford. Es también fundador y Director del programa para formación de profesores «Critical and Creative Thinking Master’s Program» en la UMB. Su trabajo se ha centrado en el desarrollo de metodologías para el desarrollo de destrezas del pensamiento a través del curriculum ordinario. Nos propone una metodología de trabajo sencilla y eficaz, con la que profesores y maestros de todas las etapas, pueden trabajar la inteligencia emocional de sus alumnos sin restar tiempo lectivo a las materias ordinarias. Trabajar las emociones a través del desarrollo de rutas del pensamiento que llevarán a tus alumnos a una mayor autonomía, seguridad en si mismos, implicación y motivación por el aprendizaje y autoconcepto positivo.
In the Grip of Emotions
(Extracto del artículo original)
Lo que distingue a las personas inteligentes, es su capacidad para controlar sus emociones y aplicar la razón.
Marya Marines, en «More than Anger»
En el diálogo de Fedro Platón describe la condición humana como un carro que es tirado por dos caballos, uno negro y uno blanco. El caballo negro tiene una tendencia natural a tirar del carro hacia abajo, hacia la tierra, mientras, al mismo tiempo, el caballo blanco lucha por subir hacia el cielo para librarse de las garras de lo terrenal.
Nosotros también vivimos constantemente esta tensión descrita por Platón. Nuestros cuerpos, a través de nuestras emociones, tiran de nosotros en una dirección, mientras nuestras mentes, a través de nuestra capacidad para pensar y razonar, nos dirigen hacia metas más nobles : el conocimiento puro, despojado de la oscura mancha de las emociones, al que sólo podemos acceder si logramos librarnos de ese «caballo negro», y alcanzar un estado racional puro que nos muestre las cosas tal cual son.
La idea de que las emociones y el pensamiento son dos fuerzas independientes en continuo conflicto se ha perpetuado entre nosotros a lo largo de los años. Emociones como enfado, miedo y odio a menudo nos llevan a hacer cosas que sabemos no deberíamos hacer. Nos hacen perder el control sobre nuestros actos. La historia de la humanidad se ha escrito con estas situaciones.
¿Desterrar o Celebrar las Emociones?
El Comandante Spok de la serie Start Treck no podía sentir emociones. Era la encarnación del perfecto ser racional. Y resultaba atractivo en cierto modo. ¿Es un modelo que deberíamos emular? ¿Deberíamos anular nuestras emociones para así subrayar la importancia del raciocinio en nuestras vidas?
No es fácil reprimir nuestras emociones, y cuando así lo hacemos acaban saliendo a la superficie provocando problemas físicos como úlceras o emocionales como abuso infantil o de género. Las emociones muy intensas a menudo nos juegan malas pasadas en nuestras vidas. Pero la mayoría de las emociones no son tan intensas. Nuestras vidas se tildan constantemente de sentimientos con infinidad de apetencias, desagrados, satisfacciones y disgustos, que no sólo guían nuestras vidas sino que enriquecen nuestras experiencias. Incluso las emociones más negativas como el miedo y el pánico, tienen una clara función : protegernos.
El respeto a las emociones y el papel que juegan en nuestras vidas fue destacado por Darwin en “The Expression of the Emotions in Man and Animals” (1873) y por Daniel Goleman en “Inteligencia Emocional” (1995). Hoy podemos añadir a estos trabajos numerosos estudios que han destacado el importante papel que juegan las emociones en nuestras vidas, y definen el desarrollo y el papel central de los caminos neuronales que controlan nuestras emociones (Sylwester 2000, Ron Brandt, Joseph LeDoux en “The Emotional Brain, 1996).
Santo Tomás de Aquino abrazó la idea de que sin esta carga emocional, nuestros pensamientos, por si solos serían incapaces de llevarnos a la acción. Saber que los rábanos son amargos (conocimiento) junto a ser conscientes de que no nos gusta el sabor amargo (emoción) es lo que nos lleva a evitar comer rábanos (acción).
El pensamiento sin la emoción no genera acción. La emoción sin el pensamiento es ciega. Sin embargo debemos ser conscientes de dos hechos fundamentales para entender esta conexión : En primer lugar, que tenemos emociones, tienen una función en nuestras vidas, y debemos aceptarlo. En segundo lugar, que necesitamos reflexionar sobre qué deberíamos hacer acerca de las emociones que sentimos. Muchos de los modelos de intervención educativa están basados en estas dos visiones (Eliasetal, 1997).
Emociones y Pensamiento están íntimamente Relacionados
En la segunda mitad del siglo XX muchos investigadores se centraron en lo que se llamó la “filosofía de la mente”. Una de las líneas de investigación seguidas se centra en la relación entre emociones y pensamiento (Kenny, 1963), que reemplaza la vieja idea de que ambas dimensiones son diametralmente opuestas.
Esta investigación viene a concluir que los estados emocionales son también estados cognitivos en las que se adoptan distintas actitudes frente al “objeto/sujeto” que provoca esta emoción.
Pongamos un ejemplo. Rafael, un joven estudiante, está enfadado. A simple vista parece simple : Una condición, el enfado, se ha apoderado de Rafael. Y esta condición le define como podría también, por ejemplo, definirle, tener algún kilo de más. Por supuesto, hay muchas cosas que Rafael puede hacer para dejar de estar enfadado, como podría hacer por perder esos kilos. En este caso una dieta liberaría a Rafael de su sobrepeso, como una reacción agresiva podría liberarle de su enfado.
Sin embargo, la forma en que hablamos sobre este enfado a menudo enmascara su verdadera estructura. El enfado casi siempre se dirige hacia algo o alguien específicos. Rafael no esta simplemente enfadado, está enfadado con Silvia. Así, el enfado de Rafael no es una condición de Rafael, como lo sería el sobrepeso, sino más bien de carácter relacional, en este caso, su enfado incluye a otra persona, Silvia, y es su relación de hermano con ella la que influye en su enfado. Esto nos ayuda a entender por qué Rafael tiró del pelo a Silvia y no por ejemplo a Julia.
Pero todavía la frase “Rafael está enfadado con Silvia” sigue siendo incompleta. Rafael no está enfadado con todo lo que se refiere a Silvia. Rafael está enfadado por el hecho de que Silvia abrió su pupitre y cogió sus colores, dejándole sin nada con que pintar.
Por supuesto Rafael tiene la opción de reaccionar de distintas formas ante estos hechos. Podría estar contento porque quiere a Silvia y le alegra que haya cogido sus lápices. O no estar contento ni enfadado, sino simplemente aceptar lo ocurrido. Sin embargo, está enfadado, y esto significa que tiene una cierta actitud frente a este estado de cosas: piensa que lo que hizo Silvia no es correcto y que se debería hacer algo al respecto. Sin este pensamiento en su cabeza, Rafael no estaría enfadado con Silvia y no desearía que fuera castigada.
Este mismo análisis puede extenderse a otra emociones, como miedo, odio o amor. Pero también se presenta un reto, cuando vemos cómo algunas personas sienten enfado, pero éste no se dirige a nada o nadie en particular.
Un punto de vista muy interesante es que la viabilidad –de hecho la propia existencia de- las emociones en cuestión, parecen depender de nuestra aceptación de la verdad de los hechos que se afirman. Podemos creer en algo con independencia de que esto sea verdad o no. Podemos creer que lloverá mañana y sin embargo tener un día soleado. Y esto tiene interesantes consecuencias sobre cómo se generan las emociones.
Las emociones son apropiadas sólo si la situación que las generan es cierta. A menudo decimos a nuestros hijos “No temas, no hay monstruos en tu armario”. O le decimos a un amigo “No deberías enamorarte de ella, sólo te quiere por tu dinero”.
Volviendo al ejemplo de Rafael y Silvia. Rafael está enfadado con Silvia y le tira del pelo como consecuencia de este enfado. Rafael debería, por supuesto, reflexionar sobre lo que debería hacer después de haber tirado a su hermana del pelo. Pero también debería reflexionar sobre la certeza de que su hermana haya cogido sus lápices. Imaginemos que Silvia no cogió esos lápices, y tú, su maestra, lo sabes. Supongamos que, de hecho, los lápices siguen en el pupitre de Rafael pero escondidos bajo unos libros, pero Rafael no los ha visto. Seguro que le dirías a Rafael “No deberías enfadarte con Silvia, ella no cogió tus lápices”. Una vez que Rafael se diera cuenta de su error, no estaría ya enfadado con Silvia y, esperamos, se disculparía con ella.
Pero las emociones son complejas y quizá haya otras causas, no tan evidentes, por las que Rafael está enfadado con Silvia, y esto haría que mantuviera su enfado incluso después de saber que ella no cogió sus lápices. Sin embargo, las conexiones que hemos descrito aquí entre emociones y creencias son importantes a pesar de su complejidad. Aún sabiendo que no podemos tener garantías de que las emociones de una persona sean coherentes con sus creencias, cuando las sometemos a un riguroso escrutinio, hay muchos casos en las que sí lo harán, y aquellos en los que no, puede ser simplemente una cuestión de grado.
Reconocer esta conexión nos da las pistas para llevar a una persona como Rafael a reflexionar de una forma más profunda sobre sus emociones. Este es un claro ejemplo donde la reflexión puede tener un gran impacto en nuestras emociones, no sólo sobre lo que deberíamos hacer una vez surjan, sino sobre su propia existencia, entender las causas que las generan.
Ayudando a Nuestros Estudiantes a Reflexionar sobre sus Emociones
El mapa que os presentamos a continuación nos puede guiar a través de una serie de cuestiones sobre nuestras emociones que trabajan por desarrollar nuestra inteligencia emocional. Todas son cuestiones que requieren de ciertas destrezas del pensamiento, tanto analíticas como críticas. Imagina qué reflexiva e inteligente sería nuestra parte emocional si adquiriéramos el hábito de pensar de esta forma tan pronto como nuestras emociones asomasen. Este mapa de pensamiento puede dar un nuevo y enriquecido significado al término “inteligencia emocional” :
- ¿Qué emoción está una persona experimentando? ¿En qué grado la está experimentando?
- ¿Sobre qué es esta emoción?
- ¿Es cierto lo que esta persona piensa sobre la emoción?
- ¿Qué datos tenemos a favor y en contra de esta creencia?
- ¿Qué es lo que estos datos nos dicen sobre la veracidad de esta creencia?
- Si es cierto, ¿Justifica su creencia la emoción generada?
- ¿Qué es lo mejor que esta persona puede hacer una vez que esta experimentando esta emoción, en esta situación?
- ¿Qué opciones tiene?
- ¿Cuáles son las consecuencias de estas opciones, y cuáles son los pros y los contras de cada una de ellas?
- ¿Qué opción sería la mejor a la vista de las consecuencias?
Podemos, por supuesto, proponer que nuestros estudiantes reflexionen sobre estas cuestiones en relación a sus propias emociones. Este tipo de intervención puede abarcar no sólo emociones negativas como el enfado, el odio o el miedo, sino también positivas como el amor, la empatía y la felicidad, trabajando sobre casos reales o simulaciones como las que hemos relatado de Rafael y Silvia, incluso pedir a tus alumnos que hagan el papel de uno y otro.
Pero también podemos trabajar este hábito a través del curriculum ordinario. En una ocasión, trabajando con una maestra de secundaria entusiasta de Shakespeare, decidimos aplicar este mapa de pensamiento sobre la obra de Otelo. Los estudiantes debían reflexionar sobre la escena en la que Otelo está a punto de matar a su esposa y proponer otras alternativas de actuación para él.
Estos alumnos fueron más allá y se centraron en verificar las creencias que llevaron a Otelo a sentir celos de su mujer. Otelo fue influenciado por algo quien le dijo que su mujer le había sido infiel, lo que encendió su ira y sus celos. Pero si Otelo no se hubiera dejado influenciar tan fácilmente y hubiera intentado averiguar la veracidad de los hechos, hubiera descubierto que era mentira y no hubiera tenido esos sentimiento negativos.
Es tanto o más importante para nuestros alumnos que reflexionen sobre la veracidad de las creencias que generan sus emociones (y las de los demás), -preguntas 2 y 3 del mapa de pensamiento- como sobre las alternativas de actuación que tienen una vez estas emociones ya han surgido. –pregunta 4 y 5-.
La literatura y las actividades escénicas, son un buen ejemplo de cómo los estudiantes pueden aprender estos hábitos de reflexión sobres sus emociones, a través del curriculo ordinario y ahondando en el contenido de la asignatura, obteniendo un conocimiento más profundo de la obra, y extrayendo de ella, valiosas reflexiones para su propio desarrollo.
Los hábitos que conllevan un buen desarrollo del pensamiento pueden ser desarrollados desde una edad muy temprana. Los hábitos que nos llevan a identificar y gestionar de forma adecuada nuestras emociones y las reacciones que nos provocan necesitan ser desarrollados desde muy pequeños para ayudar a nuestros estudiantes a superar situaciones de ansiedad (ante los exámenes), frustración (por los errores), miedo (a fallar, a equivocarse, a no ser aceptado), mejorar sus relaciones sociales y generar un desarrollo positivo y equilibrado entre sus emociones y su cognición. El curriculo académico ofrece muchas oportunidades para realizar este análisis y debemos aprovecharlas.
Artículo publicado originalmente en «English in Developing Minds». 3ª Edition. Autor : Robert Swartz. Editado por : Arthur Costa, y publicado en el ASCD en Alexandría, va, 2001. Reprinted by permission of the author.»
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