Cómo Zuckerberg, nacido en una pequeña población de una familia de nivel medio logró estudiar en centros de excelencia e ingresar en Harvard, es una historia que sólo puede contarse en Estados Unidos y otros pocos países. España no es uno de ellos. En nuestro país, no sólo no existen estos centros de excelencia sino que la educación es más una cuestión de medios que de talento.
Nuestras Universidades no sólo no cuentan con demasiado prestigio -y bajando- sino que no realizan esfuerzos por atraer el talento y desarrollarlo -sólo tenemos dos excepciones en la Universidad de Málaga y en la de Baleares-. Tampoco nuestras escuelas ni institutos. Con apenas un 0,29% de estudiantes identificados. Más de 1.000.000 de alumnos transcurren por nuestras aulas ignorando su potencial y por tanto, cómo desarrollarlo.
Las consecuencias que la ausencia de estrategias, políticas y enfoque hacia el desarrollo del potencial de todos nuestros alumnos tiene para nuestras universidades, empresas y nuestra sociedad en general, son diversas y muy negativas. Desde la fuga de talentos que acaban creando familias fuera de nuestras fronteras, cuyos hijos, que probablemente heredarán esta capacidad o parte de ella, serán ya ciudadanos de otro país, hasta el coste que supone atraer este talento desde el exterior.
No creamos que se trata de favorecer a una «raza» especial de superhombres y mujeres. Al contrario. Desde que nuestro deporte empezó a destacar en las competiciones internacionales, más deportistas españoles asoman en las categorías superiores, más amplia es la cantera y más cultura del deporte compartimos. Tenistas, ciclistas, gimnastas, nadadores, corredores, patinadores… ¿Quien no tiene un familiar que comparte alguna de estas pasiones? Y cuando la pasión se contagia, el logro le acompaña.
Ined21
Autor: Paulina Bánfalvi
Sin redes de apoyo ¿Cómo apoyar a todos los alumnos que tienen algo que aportarnos?

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