En clave personal.
Belén Ros
Aunque parezca mentira, para mí, que he escrito, publicado, dado charlas, cursos y conferencias sobre Altas Capacidades Intelectuales, escribir un artículo en clave personal para la “Rebelión del Talento” no resulta fácil.
En primer lugar porque me afecta en primera persona, es un poco como desnudarse en público y eso siempre da vergüenza y miedo, la misma vergüenza y el mismo miedo que sufren muchas de las personas con superdotación intelectual, vergüenza de visibilizar que somos diferentes y miedo al rechazo y la incomprensión que eso supone en una sociedad como la nuestra.
En segundo lugar, porque me afecta como madre, porque he tenido que luchar por la educación de mis hijos contra viento y marea, tanto en el ámbito privado como en la escuela y con la Administración. Y de nuevo, los estereotipos, los tabúes, los mitos, han afectado nuestro día a día y van a seguir afectando durante toda la vida, simplemente, porque pertenecemos a una minoría diferente.
En tercer lugar, porque durante quince de mis veintisiete años como abogada en ejercicio, me ha afectado como profesional del derecho, atendiendo a muchas familias que han pasado por mi despacho tanto frente a la administración educativa como en los juzgados en los que he cosechado tanto éxitos como fracasos.
Y mis sentimientos en este momento se encuentran enfrentados entre dar esperanza a los que se encuentran ahora luchando y la desesperanza de la experiencia.
Esperanza porque hoy existe un movimiento social en las redes que no había existido en nuestro país hasta este momento. Esperanza de que cada día más personas se impliquen y consigan llevar el mensaje de que tener superdotación intelectual no debería ser motivo de vergüenza y de miedo, de incomprensión y de frustración, nunca más.
Esperanza de que se produzca un cambio social que permita a nuestros hijos, nuestro futuro, el poder desarrollar sus talentos y sentirse apoyados y queridos, no atacados y vilipendiados, simplemente, por destacar.
Desesperanza de quien ha visto pasar el tiempo, los políticos, las declaraciones, las publicaciones, durante casi medio siglo –casi toda mi vida-, sin que nada haya cambiado y de quien ve reproducido en este tiempo vivido lo que ya decían los grandes de la cultura de nuestra Historia nacional.
Desesperanza de que este país nuestro siga sin valorar a quienes destacan por su valía en las ciencias, en el arte, en la investigación, en la contribución social, y, por tanto, no invierta en futuro y, sin embargo, valore a los esperpentos de la farándula; de que sólo destaquen los deportistas de un par de deportes y no de todos; de que nuestros políticos no destaquen por su honradez ni por su preparación –no hay más que verlos y oírlos-; de que los medios de comunicación en vez de informar muchas veces desinformen en aras de la audiencia, -¿dónde está la información veraz, objetiva, ética?-; de que nuestros funcionarios educativos tampoco destaquen ni por su formación, ni por su eficacia, ni por su eficiencia, de que España se encuentra en el puesto 29 de los 44 países que conforman el Informe PISA en 2014-; de que nuestro nivel cultural general como país, involucione en vez de evolucionar –lo dicen los datos, no yo- y con ello no quiero decir que no existan magníficos docentes, orientadores o inspectores, investigadores, científicos, empresarios innovadores o periodistas, -algún político también se salvará por mera estadística- honrosas excepciones de un sistema que no está pensado para valorar los méritos de los más capaces sino otras cuestiones más “aplaudidas”, un sistema que rechaza a los que destacan y mantiene en el estatus a los mediocres tanto en profesores como en alumnos, lo que se reproduce en los puestos de la administración, en la empresa, en la política, ….
Quien quiera que haya leído a los clásicos españoles, sabe que España nunca ha valorado a los que más valen, ya lo decía el Poema del Mío Cid: «Dios, que buen vasallo, si oviesse buen señor».
Pero, lo más triste es, que esta falta de cultura y de decencia, es lo que está conformando el aprendizaje de nuestros hijos. Hace muchos siglos los latinos decían que “verba docent, exempla trahunt”. (Las palabras enseñan, los ejemplos arrastran). El niño va aprendiendo viendo y oyendo a sus mayores. Se aprende por contacto, por ósmosis, que diría Ortega y Gasset allá por los años 20 (1927) –hoy rescatan esta idea los de la pedagogía de la emoción dando fe a aquello de que “no hay nada nuevo bajo el sol”-.
En la antigüedad este aprendizaje estaba controlado por el propio entorno, la familia, la escuela, el pueblo (en tanto que medio social), hoy día este entorno “global” en el que vivimos es muy difícil de controlar y nos encontramos con una sociedad mercantilista y hedonista en la que manda lo que vende, lo fácil, lo que da un placer inmediato no sustentado por el esfuerzo y, por tanto, lo que vende no es la alta capacidad en ninguno de sus aspectos, porque el esfuerzo y el trabajo bien hecho no venden, como tampoco vende tener unos valores que supongan una disciplina, una renuncia al placer fácil e inmediato. En nuestra sociedad española el mero hecho de tener una “capacidad” de aprendizaje, de trabajo, de esfuerzo, una sensibilidad mayor ante la justicia y la injusticia, una necesidad de coherencia y de crecimiento interno, están en contra de lo “mayoritariamente” aceptado (y con ello no pretendo conocer el pensamiento de esa mayoría, se trata de una apreciación meramente subjetiva). De ahí la incomprensión y el rechazo.
Y somos, no lo olvidéis nunca, una minoría del 2,5% de la población, y no todos somos Steve Jobs o los Beatles, pero siempre habrá un José Echegaray, una Clara Campoamor, un Jacinto Benavente, una Emilia Pardo Bazán, un Ramón y Cajal, una Margarita Salas, un Severo Ochoa, una Celia Sánchez Ramos, un Juan Ramón Jiménez, una Rosalía de Castro, un Picasso, una Isabel Guerra, un Paco de Lucía o un Buñuel entre nosotros.
Llevo toda mi vida luchando, como individuo, como madre, como profesional. Puede que mi desesperanza se deba al cansancio, a un exceso de información, a haber leído demasiado o visto demasiado (si es que esto es posible), por este motivo cada vez participo menos en los foros y me recluyo más en mi burbuja. Quizás solo estoy gris, como el día que me rodea y contagiada por el entorno, me estoy lamiendo las heridas. Posiblemente mañana, cuando brille de nuevo el sol y haya recuperado fuerzas, vuelva, como siempre a la carga cual Quijote. Quizás éste sea, realmente, un tiempo de cambio. Lo deseo y la realidad nace del deseo.

Ros Abogados es un bufete legal con 27 años de experiencia, ubicado Granada ). Belén, altas capacidades, madre y profesional, ha dedicado su vida a la defensa de los derechos de los niños con alta capacidad frente a la administración pública y las instituciones educativas. En su blog http://rosabogadosgranada.blogspot.com.es/ aborda estos temas.
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