La escuela de hoy, sigue el mismo patrón que hace 200 años. Basa el aprendizaje en la repetición de las tareas, en la pasividad del alumno cuyo papel es el de mero receptor de la información que el maestro le transmite.
El maestro aporta el problema y la solución universalmente aceptada. El alumno aprende a resolver el problema siempre de la misma forma y asumir las conclusiones que le transmite el libro de texto. Sin debate, ni análisis, sin cuestionamiento, ni evaluación, sin conexión ni relación, sin hacerse preguntas e indagar las respuestas, sin aportar nada propio y diferencial.
En este contexto, muchas son las innovaciones que se proponen, y pocas las que se incorporan en la escuela de forma efectiva, porque se olvida que el cambio sólo es posible, cuando los implicados creen y participan en él. El cambio no pueden ser medidas impuestas desde una equipo de la administración ajeno al día a día. Requiere un debate de todos los profesionales implicados, sin connotaciones políticas o ideológicas. Algunos dicen que la educación no debe estar al servicio del mercado. Nosotros defendemos que la educación no debe estar al servicio de la política y las ideologías. El mercado somos precisamente los usuarios. Los alumnos y sus familias. La educación debe adaptarse a nuestras necesidades.
La psicología, la pedagogía y más recientemente la neurociencia, difunden una y otra vez los resultados de sus investigaciones y conclusiones: El alumno debe participar de su aprendizaje, éste debe responder a su curiosidad, sus intereses, sus expectativas, y debe implicar procesos complejos de pensamiento y creación. Las administraciones responden sistematizando hasta las preguntas de los exámenes y las rúbricas de evaluación. La educación necesita libertad, flexibilidad y la responsabilidad que emana de una formación amplia y una experiencia rica, para responder y adaptarse a las necesidades de cada alumno.
Os comparto un documento sobre neurociencia y educación. Uno de los fragmentos que más me ha llamado la atención, dice así:
Para Sir Ken Robinson , (autor del libro «El elemento»), otro de los grandes gurús en educación, la escuela actual se diseñó durante la revolución industrial, cuando hacía falta tener trabajadores preparados para repetir lo mismo una y otra vez. El colegio seguía ese mismo patrón: alumnos que aprendían de memoria determinados conocimientos y que los repetían como loros.
Pero el mundo, afortunadamente ha cambiado. Nuestra sociedad ya no se basa en la producción masiva de objetos, sino cada vez más en la de ideas, en la creatividad y surgen nuevas profesiones que se adaptan a esta nueva época en que vivimos. “Necesitamos maestros que preparen a los niños para afrontar esos nuevos retos. Ellos son capaces de transformar el cerebro, tanto física como químicamente, de los alumnos, de la misma manera que un escultor con su cincel es capaz a partir de un mármol amorfo crear una figura tan bella como el David”, afirma el neurocientífico Francisco Mora.
El texto completo podéis verlo en este enlace:
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