¡No te rindas!
Pasó ya el temido segundo trimestre escolar, tal vez el más complicado para nuestros hijos y para nosotros como padres. A los niños se les hace muy largo, es muy denso en contenidos, y, para los niños de altas capacidades que no son atendidos en el aula, tremendamente aburrido.
No seréis pocos los que habéis empezado el curso escolar con esperanzas renovadas después de las maravillosas vacaciones de verano, cuando nuestros hijos recuperaron el apetito, el buen humor, nos contaban un montón de cosas y milagrosamente desaparecían las erupciones, eczemas, picores en la piel y el dolor de cabeza o de estómago, o ambos.
Nuestros niños empiezan el primer trimestre con muchísima ilusión, y la perplejidad que sufren a finales de noviembre – principios de diciembre se olvida pronto por las vacaciones de Navidad. Pero la vuelta, es tremenda…
¿Cómo lo habéis llevado este año?
Nosotros bastante bien hasta marzo. En abril afortunadamente la implicación del profesorado resolvió la situación dándole al niño lo que demanda y necesita. Han sido ellos los primeros en percatarse de ello, y junto con la familia ver las opciones más adecuadas. Lo que valoro como oro puro, es cuando me reúno con ellos: te escuchan, están ahí y te apoyan… todo planteamiento, ideas, propuestas u opciónes, que se valorarán y se llevarán a la práctica, porque son Maestros de la Educación y la Enseñanza. El clima abierto y de colaboración es sincero. En definitiva, un regalo en toda regla.
Sin embargo no puedo evitar preguntarme, qué pasa con tantísimos niños y familias que están hartas de repetir la misma historia una y otra vez obteniendo respuestas peregrinas o silencios y dilaciones, o, incluso, una feroz oposición a su argumentación. El desprecio de no sentirse escuchado, minusvalorando tus razones y argumentaciones por el mero hecho de ser padre o madre, resulta profundamente doloroso; crea resentimiento y desconfianza con el colegio, que luego es muy difícil superar.
Todos (me gustaría pensar que alguna excepción habrá) hemos pasado por algo así. Al principio de este largo camino recuerdo perfectamente albergar un sentimiento constante de duda sobre mi hijo, duda sobre mí misma, sobre si realmente estábamos equivocados y nos dejábamos llevar por percepciones subjetivas, por un amor desmesurado que ensalzaba las virtudes de nuestro hijo, como si fuéramos unos “padres ridículos pensando que habíamos engendrado un genio”. Recuerdo la vergüenza que sentía, como si fuéramos a provocar una carcajada, cada vez que sacaba el tema en la escuela, porque, a pesar de que las palabras en muchas ocasiones son educadas, el lenguaje no verbal es tan poderoso que comprendes perfectamente que no te harán caso, simplemente dejarán pasar los meses hasta que sea tan tarde que ya tengas que esperar al curso siguiente. Es desazonador saber lo que están pensando de ti, aunque te hablen con cortesía dándote largas.
Y mientras tanto, los niños están esperando. Me sorprende que existan personas tan insensibles a ellos, a unos niños y a unos adolescentes que confían en nosotros. No sé si somos conscientes de la conducta y comportamientos que transmitimos a nuestros hijos, como si su situación fuera de segunda o tercera y sufrir una situación kafkiana todos los días, nueve meses al año, 8 horas al día. Muchos lo habéis vivido de niños también en el Colegio, ¿os acordáis?
Paulina siempre pone el ejemplo de la comida para explicarlo de un modo muy gráfico y sencillo: es cuando tienes hambre y te dicen que te tienes que esperar, que no toca. Las horas van pasando, te duele el estómago, estás de un humor terrible, y sigues esperando a que te toque el turno. Mientras, ves como a los demás les van dando de comer, en distintas cantidades, pero tú sigues ahí, como si fueras invisible.
Primero te rebelas, te enfadas, te desahogas de la impotencia, de rabia, pero si todo sigue igual, si nada cambia, te acabas resignando porque, ¿para qué? Es contra natura que un niño o un adolescente se rinda, los padres estamos para hacer valer sus derechos (al igual que deben cumplir con sus obligaciones).
Esta rabia es la que nos ha dado la energía para pelear y subir los escalones, si no me escuchan aquí, me voy más arriba, busco alianzas, llamo a inspección, lo que sea. Pero no nos rindamos, porque muchas veces están buscando que nos cansemos. Debemos ser como el agua, ésta siempre encuentra una salida, adopta la forma que sea necesaria, rompe la piedra del muro, dobla los troncos, y siempre llega a su objetivo.
Si pienso en lo que he cambiado en estos 3 años no me reconozco, lo que hemos aprendido, entendido de cómo funciona el sistema educativo, de los intereses de algunos, de la desidia de los que regulan la política educativa, etc. todo eso nos da poder, porque al tener una perspectiva completa, nuestra lucha puede ser mucho más eficaz. Así que no nos rindamos, peleemos por el hoy de nuestros hijos, porque es la base de mañana y de su futuro.
Tenemos grandes aliados a nuestro lado, un grupo cada vez más numeroso de profesionales de la Educación y de la Enseñanza, grandes figuras destacadas como el Profesor Tourón que publica regularmente dándonos argumentos, una #revolucióneducativa que está trabajando ya por una manera distinta de aprender, las escuelas democráticas y otras tantas iniciativas innovadoras que ponen el foco en la atención a la diversidad de forma inclusiva y en el desarrollo del potencial de cada alumno, sin límites.
Así que no te rindas, por favor, esto va a cambiar, de eso estamos seguras.
Don’t give up
Because you have friends
Don’t give up
You’re not beaten yet
Don’t give up
I know you can make it good
(…)
Don’t give up
You still have us
Don’t give up
We don’t need much of anything
Don’t give up
Because somewhere there’s a place
Where we belong
Peter Gabriel – Don’t give up